Mi esposo, la fibromialgia y yo

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El acompañamiento de tu esposo puede ser determinante para tu fibromialgia.

En esta oportunidad Carolina nos enseña como darle una nueva mirada a la vida en pareja con fibromialgia.

Lee con atención los consejos que nos da Carolina.

Mi esposo, la fibromialgia y yo

Acerca de la fibromialgia.

Leo muchas publicaciones quejándose de la pareja y el maltrato, destrato, indiferencia o abandono…

Les diré cómo lo vivo yo, porque me siento afortunada por el compañero que elegí, pero también soy actriz activa en la construcción de este vínculo…

Se los cuento con respeto porque sé que no somos todos iguales…

Ni hemos tenido la misma suerte… Pero he brindado algunos consejos por privado a otras compañeras y les ha funcionado.

Primero que nada, cuento que tengo 44 años.

Padezco fibromialgia, fatiga crónica, artritis reumatoidea, celiaquía, hipotiroidismo y hernias de disco. Así que los dolores son muy intensos, constantes, con crisis donde empeoran…

Más intolerancia química, auditiva y sensibilidad extrema al tacto… Alodinias y todo eso… Que ya conocemos… Me impide hacer muchas cosas…

Tengo días malos, y otros peores… Pero a mí con mi pareja me sale la ternura y la gratitud…

Soy todo lo dulce que puedo ser porque es lo que él me inspira y lo merece…

Claro que a veces me siento irritable por las cosas que no puedo hacer, y le exijo más. Pero se lo digo claramente… “Amor, estoy en plena crisis, disculpa si me ves de malas hoy… Haré lo posible por cumplir mis tareas, gracias por cubrirme…” Y bueno, en cuando puedo estar mejor lo cubro yo, pero de besos…


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Trato de llevar la enfermedad con:

  • Valor (me levanto aunque crea que no puedo, me esfuerzo).
  • Honestidad (no digo que estoy en crisis cuando lo que tengo es fiaca (pereza).
  • Gratitud (con las personas que me atienden, entienden, aman y miman).
  • Responsabilidad (cuando no puedo cumplir con algo, gestiono quien lo haga, cancelo a tiempo, no jorobo a nadie).
  • Auto amor (me cuido, voy al médico, pruebo cosas que me hagan bien, camino, medito).
  • Ternura (doy cariño, mimo, acaricio, beso, reconozco, sonrío cuando puedo, etc).
  • Fe (creo en Dios, rezo, pido, doy, agradezco).

Podemos aprender mucho de esta enfermedad, les aseguro…

Entonces, un buen compañero, cuando ve nuestro esfuerzo por recuperarnos, no nos deja.

Si nos deja es o porque NO SE LA BANCÓ (no era bueno para mí) o porque NO PUDE MERECER de sus cuidados (no fui buena para el).

No somos víctimas. El otro también busca su felicidad, una felicidad que puedo brindarle aunque mi cuerpo esté enfermo…

Esta enfermedad puede doblegar mi cuerpo pero no va a opacar el ser de luz que soy en esencia.

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No podemos escudar un mal temperamento en la enfermedad.

Cuando podamos mimar, mimemos!! Les aseguro que se puede, se encuentra la manera, con paciencia tolerancia y sin frustración… y hace bien.

El placer… Mi cuerpo siente durante el día tantas cosas desagradables que poder disfrutar suaves caricias, besos, intimidad… Todo adecuado, todo redescubierto… Es una felicidad… Y se duerme bien después…

El amor se reinventa y el sexo también…

La meditación ayuda mucho…

Si todo eso va bien, cuando mi pareja habla con un psicólogo, o un amigo, o su familia… No le van a decir que “me deje“… Él va a expresar que es difícil pero nos amamos, y le van a dar otra respuesta. Mi pareja no va a sentir enojo, o tristeza, o impotencia.


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Cuando tu compañero puede darte alivio y placer, y cuando tú lo mimas y te muestras agradecida, su sentir cambia. Se siente compañero, se siente útil, se siente valorado.

Somos compañeros, cómplices, amigos y amantes…

Si no querés que él subestime tu enfermedad no subestimes su sentir… Ese que lo lleva a consultar a un psicólogo… A enojarse, o a llorar en silencio. Él también está padeciendo…

Quedarse con tu enfermedad es SU elección. Yo no puedo elegir… pero él si.

Puedo ayudarlo a desear quedarse a mí lado… No esclavo de mí, ni de mi enfermedad… Gracias por leerme.

Tenemos que cambiar la mirada que tenemos de la enfermedad.

Carolina Espiñeira, Neuquén Argentina

¡Mi esposo, la fibromialgia y yo una nueva mirada!


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